Un balance mundial de cereales con una complicada lectura. En definitiva tenemos que adelantarnos, lo que todo el mundo sabe, no vale nada.

Al hablar de materias primas tenemos que tener en cuenta numerosos aspectos que pueden influir hacia arriba o abajo de su cotización, de entrada el primer elemento que tenemos que considerar es el balance, aunque de entrada, sea el elemento más complicado de elaborar puesto que son cientos de culturas diferentes e intereses distintos los que tenemos que aunar para tener un balance que pueda ser fiable para todo el mundo.

Cabe pensar que sin un buen balance nada de lo que hagamos tendrá sentido, con la elaboración de un buen balance, tendremos una buena herramienta de mercado que nos hará valorar con más facilidad la manera de cómo pueden llegar a cotizar en el mercado algunas materias y valoraremos, tambien con mejor criterio, que esas mismas materias primas tengan un destino u otro y tengan, más o menos demanda.

El balance por tanto, se convierte en un elemento muy vivo y dinámico del mercado, los continuos cambios, que precisamente se originan en el buen conocimiento de los datos que utilizamos para hacerlo, hacen que varíen en cada momento los destinos que damos a una materia prima o a otra y hacemos que la demanda se decante hacia un producto u otro.

En los últimos años las tensiones geopolíticas, el clima y la fuerte demanda de países emergentes están haciendo que se revaloricen de manera muy importante todas las materias primas y fundamentalmente las destinadas a la alimentación. Revalorización, no solo de precio, si no como herramienta de gestión de crisis ante el incremento de la población mundial y sus necesidades alimentarias, que hace que los gobiernos de países en vías de desarrollo, hayan decidido garantizar una razonable alimentación de sus habitantes, situación que en algunos momentos, presiona a las producciones agrícolas de cereales y oleaginosas al ser un recurso imprescindible para ese objetivo alimentario de los gobiernos, provocando en momentos de difícil equilibrio entre al oferta y la demanda, un temor a un desabastecimiento, con la consiguiente carestía de las producciones.

En definitiva, ya sea por las tensiones geopolíticas, ya sea por el clima, existe una enorme debilidad de los mercados con un inequívoco denominador, la volatilidad, que tiene en permanente ataque de nervios a los integrantes de la cadena, producción, comercio, transformación y consumo. Las producciones de cereales están en sus límites, lo que provoca una gran dependencia y sensibilidad a variaciones. Y es en estos momentos cuando las tensiones se suman, si el clima amenaza con una reducción de producción, la demanda se pone nerviosa e intenta acelerar sus compras ante el temor de desabastecimiento. Si fallan los rendimientos se nos presenta un escenario de oferta y demanda desequilibrado, que busca una solución consumiendo las existencias, solución que nos lleva a otro problema, la consiguiente carestía de las materias primas por el temor al desabastecimiento cuando tenemos un reducido nivel de existencias. Pero la situación no se para ahí, Los elevados precios comienzan a generar señales de menor consumo que a su vez se refleja en una caída de precios.

Consecuencia, un buen conocimiento de los datos de oferta y demanda, es imprescindible para poder estar por delante justo lo necesario para poder operar y sacar en cada momento lo mejor del mercado, ya sea comprando o vendiendo. Estudiar día a día, desde el momento en el que se toman las decisiones de siembras la evolución de las mismas, hace que las turbulencias en las que nos estamos viendo inmersos puedan tener un efecto menos dañino a la hora de tomar una decisión de mercado. Ya sabes, lo que todo el mundo sabe, no vale nada.